«Los nazis del Tercer Reich han sido, históricamante, el único sistema ideológico y político que forjó un auténtico cuerpo jurídico ecologista. Y lo hiceron bajo el auspicio y amparo de Adolf Hitler, quien mandó promulgar tres leyes de protección de los animales. La Reichs Tierschutzgesetz de 1933 (Ley de protección de los animales), la Reichs Jagdgesestz (1934) o Ley de la Caza y la Reichs Naturschutzgesetz (Ley de Protección de la Naturaleza) en 1935. Los nazis. Mataron a cientos de miles de judíos, pero trataron de signficarse como hombres distintos, cultos y arios a través de un concepto de sensibilidad hacia los animales sin parangón en la legislación moderna en el mundo occidental. El propio Hitler hablaba de los horrores de los mataderos de ganado cuando alguien comía carne de vaca o cerdo en su presencia.
Hitler, cuentan sus biógrafos, no dejaba fumar delante de su perra Blondi. Los altos mandos nazis de las SS, creadores y ejecutores del genocidio más gigantesco de la historia del hombre, eran vegetarianos, ambientalistas y protectores de los animales. La sociología y filosofía moderna (Luc Ferry entre otros) afirma que esta preocupación nazi por el medioambiente y los animales se basaba en una cuestión estética diferenciadora. Un hecho diferencial frente a razas inferiores. Una naturaleza extraordinaria por extrahumana. El marxismo también ideó, en sus origenes, una especie de cuerpo juridico velador de los animales al lado del Gulag, las matanzas étnicas, las deportaciones y las persecuciones del hombre.
Para diferenciarse. Para distinguirse.
Muchos años antes, líderes políticos del Imperio Británico auspiciaron la creación (año 1824) de la RPSCA, primera asociación en defensa de los animales, en Londres, mientras votaban las jornadas de 12 horas en fábricas incipientes con menores de 12 años. Poco después, todo un general servicial capaz de matar las huelgas a sablazos y cañonazos, creaba en Francia la Ley Grammont de defensa de los animales. Más bien, ley sobre el modo de comportarse con ellos en público, sobre todo con el parque de perros de compañía en París, que había crecido en las últimas décadas (año 1850). Para diferenciarse de la barbarie como razón de avanzada metodología de comportamiento occidental. Los sociólogos coinciden en que este “animalismo” europeo del XIX era fruto de un perverso antropocentrismo nacional: soy hombre británico o soy hombre francés y, por tanto, soy superior en inteligencia, sensibilidad y forma de comportarme civilizadamente.En el año 2008 un grupo de políticos catalanes siguen la estela difenciadora a través de su persecución contra las corridas de toros. Tienen una idea mesiánica nacionalista: perseguir en Cataluña la fiesta de toros hasta su prohibición. Hace pocos meses, un grupo de radical observación del nacionalismo tomó como argumento “diferente” la exclusión de las corridas de toros. Estamos ante una reiterada y patética “estética de lo diferente” o “estética de lo superior”. Un nuevo y palurdo antropocentrismo nacionalista (istas: imperialistas, chaovinistas, nazis-tas, marxistas, catalanistas...) ha elegido el animalismo llevado a su extremo como imagen de seres más civilizados, superiores, más cultos. Más catalanes.
Hace poco esta iniciativa de los nuevos pangercatalanistas sucumbió en el Parlamento Catalán pues Convergencia no votó a favor de la modificación radical del artículo 6 de la Ley Catalana de Defensa de los Animales por no ir en contra de los festejos populares. Ahora, a través de una iniciativa ciudadana legislativa y con sólo 50.000 firmas, pretenden volver a la carga. Pero esta vez dejan fuera a esos festejos que hizo que CIU votara en contra. Esta vez CIU se puede lavar las manos. Esta vez este grupo de incultos, catetos, provincianos vestidos de negro alternativo, de desconocedores de la Historia, de iletrados y escasamente instruidos, pueden hacer que su idea diferencial sea estéticamante similar a la de los nazis, marxistas o imperialistas del siglo XIX. En 2008. Y en Cataluña. La historia se repite.»
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